He estado en Escocia en dos ocasiones y ambas por motivos puramente vacacionales. Desde esta perspectiva escribo lo siguiente:
Las dos vacaciones que he pasado en las tierras de Escocia las he realizado acompañado de familiares y en ambos casos con una anticipada planificación y reserva de los alojamientos. En la primera ocasión estuve quince días, de los cuales nos hospedamos una semana en el hotel de dos estrellas Royal British, situado en Princes Street (Edinburgh) y otra semana en el hotel de tres estrellas Ambassador, que se encuentra en Kelvin Drive (Glasgow). En las segundas vacaciones (el pasado verano) estuve solo una semana -en régimen de habitación y desayuno- Burns B&B (Edinburgh). Como término medio el dormir (con desayuno incluido) me ha venido saliendo a un promedio de unos 50 euros por noche. Siempre teniendo en cuenta el cambio del euro en cada momento y que era época veraniega, considero que no me ha resultado nada elevado, máxime teniendo presente los precios a que estoy acostumbrada en mis viajes por España.
Desde mi punto de vista hay dos condiciones importantes para conocer Escocia: por un lado hacer las visitas guiadas a los castillos y al resto de su patrimonio artístico y cultural y, por otra, alquilar un coche para recorrer sus tierras y conocer de cerca el encanto de sus paisajes, de sus poblaciones y de sus gentes; pero en mi opinión las dos condiciones son necesarias, compatibles y recomendables. Durante el poco tiempo que he estado en Escocia (tres semanas en total) no he tenido la oportunidad de visitar todos sus rincones –que los presumo de encantadores- sino más bien una pequeñísima muestra y a esto me refiero.
Si tienes la oportunidad, te recomiendo una visita a la isla de Barra en cuya costa se encuentra el acogedor pueblecito de Castlebay. Me voy a permitir aconsejarte que contactes con alguna de las personas mayores del lugar quienes –sin duda- te indicarán muchos secretos que, de no serte mostrados o indicados, posiblemente te pasarán inadvertidos. No te prives de hacer una visita a la cueva del eco donde podrás revelar los deseos más profundos de tu corazón, tal como hacen las personas de aquél lugar; tampoco pases por alto el conseguir hacer una visita al castillo de Kisimul al que habrás de llegarte mediante una embarcación que sale desde Castlebay.
Algo sin duda inolvidable fueron las pequeñas rutas que –en diferentes días- hicimos en coche. Un día, partiendo de Glasgow, recorrimos las localidades de Dumbarton, Inveraray, Oban, Fort William, Corran, Corran, Lochaline y algunos otros pueblecitos que encontramos al paso. Fue agradable alejarse de la gran ciudad para contemplar hermosos paisajes ocupados por una flora y fauna que solo en Scotland puede haber.
Recorrer las empinadas cuestas empedradas de las calles medievales de la zona más elevada de Edimburgo supone el sentir la sensación de estar en otras épocas anteriores, volviendo a la realidad de la actualidad cuando descendemos a la zona inferior de la ciudad donde los edificios modernos se alzan dando un aspecto moderno y espacioso a sus calles y plazas llenas de lujosos comercios, restaurantes donde poder elegir los más variados platos. En pleno centro de la zona antigua he visitado en dos ocasiones el castillo porque me encanta admirar sus ricas esculturas que guardan sus gruesos muros de granito y el poder observar la inigualable vista que se ve desde sus alturas.